martes, 6 de agosto de 2013

¿Por qué cuesta tanto hablar de impotencia?


Cuando me diagnosticaron de disfunción eréctil secundaria pensé que estaba acabado. Para mí, el sexo es una parte importante de mi vida. Lo necesito, me gusta y lo utilizo para canalizar muchas cosas que llevo dentro y de las que no soy capaz de liberarme de otra forma. Es una válvula de escape mejor que ir al gym y más placentera. No es que sea un adicto al sexo ni mucho menos, no nos engañemos. Supongo que al lado de tipos como Michael Douglas, Tiger Woods o Simon Cowell soy todo un aficionado a los líos de faldas. Lo mío no es tan compulsivo, vamos. Pero durante años he sido el mítico que sale a tomar algo y siempre se lleva un premio a casa. Eso sí, muy pocas han compartido luego cama conmigo. No había necesidad de fingir que era lo que no era. Nunca me ha gustado demasiado la sensación de pareja estable que da el despertarse al lado de la mujer con la que te has acostado la noche anterior. Demasiado íntimo, demasiado normal, demasiado comprometido. 

Durante semanas fui incapaz de contarle a nadie lo que me pasaba. Me sentía tan avergonzado que no sabía por dónde empezar. Además, ¿es estrictamente explicarle a tus colegas que no se te levanta? Si tampoco es que entremos en muchos detalles cuando hablamos de nuestros rollos, no sé hasta qué punto es necesario anunciar a bombo y platillo que se acabó lo que se daba. Miguel fue el primero y el único con el que hablé directamente sobre mi impotencia. No sé por qué, pero siempre hemos conectado bien desde que nos conocimos. Y necesitaba sacar de dentro toda esa angustia. Tampoco es que él me diera ningún consejo en especial porque no tiene ni idea del tema, pero estuvo ahí para escuchar mis ralladas y me sirvió de apoyo. 

Ahora que me siento mejor gracias a Levitra y que he recuperado mis erecciones, me doy cuenta de hasta qué punto este tema es importante para un hombre. No sé si a las mujeres les agobia tanto el llegar al orgasmo o la sensibilidad de su clítoris, pero para nosotros el rendimiento en la cama es clave. Lo digo por experiencia propia. Cuando me di cuenta de que no era capaz de tener una erección aunque estuviera excitadísimo, me sentí un auténtico eunuco. Me sentí menos hombre, no sé. Suena a macho alfa, pero ésa es la realidad. Para mí, la capacidad de darle placer a una mujer es importante en el sexo. Y si no puedo cumplir con una de las cosas más simples que se espera que yo haga, ¡apaga y vámonos! Stephen me ha ayudado a entender que tampoco es así, que debo tomármelo como algo más emocional y menos mecánico. Curiosamente, no entendía bien lo que quería decir hasta que he ido a más con Anna. En el fondo, ella es la mejor terapia conductual

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